Aquí no se está tan mal

Decidimos quedarnos un día más en Yangshuo y volver a alquilar las bicis para hacer la ruta del Dragon Bridge. No ha sido fácil encontrar el camino puesto que no está marcado y hay montones de caminos alternativos que van hasta los campos de arroz, pero preguntando a los locales y gracias a un chinito que nos iba siguiendo en una moto y nos iba indicando, hemos llegado hasta el puente en unas 3 horas y media.

A través del río Li, después de 4 horas, hemos llegado a Yangshuo, en el corazón de las montañas picudas. Un increíble escenario.

El viaje en bus hasta Guilin es largo pero el paisaje no tiene desperdicio una vez que comienzan a divisarse las montañas picudas.
La ciudad es muy luminosa y viva, con una gran avenida repleta de tiendas con falsificaciones de todo tipo a precios de risa.






Nos alojamos en el Backpackers Youth Hostel. Nada más llegar a la recepción, tres chicos estaban quejándose de que les habían robado 2 ipods y 2500 yuans del dormitorio común. Al subir a la habitación, comprobamos que es muy fácil abrir la puerta sin tener una llave.




Cenamos en un restaurante con barbacoa en la calle Zhengyan Lu, aunque el olor que llegaba desde la barbacoa hace que se me pase un poco el hambre, por lo que pido unas patatas fritas y una cervecita.

A la mañana siguiente vamos a visitar el Solitary Beauty Peak que, por el dinero que cobran al entrar, no merece la pena, sí así el Folded Brocade Hill, que es más barato y tiene unas vistas muy bonitas.










Un paseo por la ribera del río Li hace que pares cada dos por tres a hacer fotos de todo lo que pasa dentro y fuera del cauce. Utilizan el ancho del río para hacer largos de natación sorteando los barcos que pasan. Otros lo hacen entre pilar y pilar de un puente. Es todo muy curioso.

El viaje desde Barcelona se ha hecho realmente largo y pesado ya que hemos hecho dos paradas, Amsterdam y Pekín, antes de llegar a Guangzhou.
Lo primero, después de cambiar dinero en el aeropuerto, ha sido comprar una tarjeta SIM de prepago y salir a por un taxi hasta la ciudad y a nuestro hostal: Guangzhou Young Hostel, situado en la isla de Shamian.


Después de dejar las mochilas en la "lujosa" habitación salimos a cenar a un restaurante al lado del río, el Rose Mary Garden. La ensalada de papaya que me pido pica más que todas las especias de India juntas, por lo que acabamos mojando en un vaso de agua la papaya y el pepino para poder ser capaces de comer algo.





Por la mañana y ya más descansadas, Yoli y yo cogemos el metro (línea 1 y después cambiar a la línea 2) para ir hasta el parque Yuexiu. Yoli ha tenido su primera conversación en mandarín con dos abueletes que nos han indicado la entrada al metro.



El parque es enorme y está lleno de diversiones para niños y no tan niños. Hay caminos entre la vegetación donde de pronto te encuentras estatuas como por ejemplo un rinoceronte a punto de alcanzar a una niña que está enganchada en el tronco de un árbol.


Nos damos una vuelta por los mercados callejeros de la zona de Shamian donde hacemos la mayoría de las fotos de este día. Carnicerías, pollerías con pollos negros vendiendo patas de pollo con uñas, caballitos de mar secos, estrellas de mar, setas de esas que salen en los troncos de los árboles. Todo esto huele muy fuerte.